Elseworlds Supergirl nº 06

Titulo: Freaks (III)
Autor: David Guirado
Portada: Javier Cuevasy Nadav
Publicado en: Noviembre 2011

Linda debe continuar lidiando con las amenazas y los problemas que generan la plaga de piedras verdes que se encuentran en Smallville. Aunque esta vez no se resolverá como en otras ocasiones...



Ella es la última superviviente de una grandiosa civilización. Enviada a la Tierra para escapar de un holocausto que destruiría su hogar, la joven Kara Zor-El fue encontrada por los Kent y acogida como su propia hija. Enfrentada al secreto de su origen, su vida está ahora en una encrucijada que decidirá su destino. ¡Es el incicio de la leyenda!

Linda Kent se encontraba con sus amigos Pete Ross y Lana Lang, almorzando juntos en la cafetería de su instituto. Incluso algo tan cotidiano como aquello, para Linda suponía un autentico placer, teniendo en cuenta los acontecimientos que había vivido recientemente.
- Tierra llamando a Linda Kent, Tierra llamando a Linda Kent- dijo Lana, propinando unos golpecitos en la cabeza a su amiga.
- Perdona, estaba distraída- se excusó- ¿Qué decías?
- Tía, es para matarte. Últimamente estás como en otro planeta. ¡Empanada, qué eres una empanada!- se quejó Lana Lang.
- Lo que estábamos comentando es el plan para esta noche. Hoy es viernes y toca hacer algo- respondió Pete.
- Bueno, supongo que nos lo hemos ganado, tras una dura semana de estudio, deberes, estudio, trabajos, estudio, oh, y por supuesto, estudio- sonrió Linda- ¿Os apetece ir al cine?
- Por mi genial- contestó velozmente Pete- Podemos ir a ver “El Origen del Planeta de los Simios”, aunque también tiene buena pinta la peli del superhéroe ese de la segunda guerra mundial, ya sabéis el que va de azul y parece que su disfraz sea una bandera.
- Por supuesto, todo el mundo conoce a “Star Splanged-Kid”, el hombre estrellado de América- dijo Lana- Y una vez demostrada mi sabiduría friki infinita, a eso digo no. Nada de cine cuando podemos salir por ahí de fiesta.
- Por mi Ok- asintió Linda.
- Supongo que entonces, nos vamos de fiesta- se resignó Pete.
- Nótese que a nuestro Pete le parece bien cualquier plan que sugieras. Lo tienes enamorado, perri- parloteaba Lana.
Pete Ross no pudo evitar ponerse rojo como un tomate.
- ¡Ey!- relajó Lana el ambiente.- ¡Era broma!
Samantha Winters, era una chica solitaria, de eso no cabía duda. Hacía apenas unos meses que ella y su familia habían llegado a Smallville, pero no había conseguido integrarse.
Era una chica delgada, con el pelo corto. Llevaba un piercig en la nariz en forma de aro, a juego con su actitud rebelde e inconformista. A ella no le gustaba nada Smallville, pero no había tenido más remedio que acabar en lo que ella consideraba un pueblucho. La excusa era la que su madre usaba una y otra vez: el trabajo.
En concreto, el trabajo de la madre de Samantha era lo que se llamaba “el oficio más viejo del mundo” y cada vez que se corría la voz acerca de la ocupación de su madre, era sólo cuestión de tiempo el tener que marcharse.
Por eso Samantha prefería la soledad antes que encariñarse con la gente. Cuándo menos se lo esperase, tocaría decir de nuevo adiós.
Sentada sola y almorzando sin demasiadas ganas, Samantha Winters contemplaba a Linda, Pete y Lana reírse y bromear juntos en su mesa. Desde que ella llegó a Smallville, Linda había intentando que Samantha se uniera a su grupito, pero lo rechazó de forma bruscra, debido a que insistía en permanecer sola. Pero a veces, contemplando escenas como la de tres amigos reír juntos y pasarlo bien, sentía una envidia que le quemaba por dentro.
Ese a mediodía, Linda llegó muy contenta a casa. Realmente, le apetecía la idea de salir una noche de marcha con sus amigos. Al fin y al cabo, ya hacía varios días que Abin Sur se había marchado tan rápido como había venido. (1) Algo en su interior le decía que no tardaría demasiado en volver a tener noticias del “Extraño”, pero mientras tanto, bien podía salir a divertirse con sus amigos.
- ¡Ya estoy en casa!- gritó Linda, con un tono de felicidad muy embriagador.
- Que contenta que vienes hoy de clase, cielo- le dijo su madre.
- Bueno, más que contenta de clase, lo estoy del plan que hay para luego- contestó.
- ¿A qué plan te refieres?- le preguntó Jonathan Kent.
- Pete, Lana y yo habíamos comentado de salir esta noche a dar una vuelta- comentó Linda.
Jonathan y Martha Kent se miraron mutuamente. Pese a que no le habían dicho nada a su hija, sabían que ella era la misteriosa chica con poderes a la que las noticias atribuyeron la detención de George Heck, (2)
Los Kent habían decidido no contarle nada a Linda de que estaban al tanto de sus hazañas, por que confiaban en el criterio de la joven y confiaban en que haría lo correcto. Sin embargo, ello no conllevaba el que no se preocupasen por ella.
No obstante, en la familia Kent primaba la confianza, y si hay algo que Jonathan y Martha podían hacer es en decirse todo entre ellos con tan sólo una mirada, y los ojos del matrimonio se decían mutuamente que Linda se merecía salir esa noche y divertirse. Al fin y al cabo la habían criado ellos y sabían que su hija haría lo correcto.
- Pásatelo bien, tesoro- dijo Jonathan.
- Y no hagas nada que yo no hubiese hecho a tu edad- añadió Martha.
- ¡Martha! No le digas eso a Linda, que tu a su edad, eras capaz de todo- comentó sarcásticamente su marido.
 La situación en casa de Samantha Winters no era la misma en casa, no era la misma ni muchísimo menos. Al llegar la muchacha a su hogar, su madre se dirigió a ella con cara de pocos amigos.
- Está noche te quiero fuera de aquí- dijo Gwen Winters.
- ¿Ocurre algo?- preguntó Samantha, aunque desgraciadamente ya conocía la respuesta antes siquiera de decir en voz alta la pregunta.
- ¿Eres tonta?- inquirió su madre- Ya lo sabes. Te tienes que pirar de aquí ya que esta noche tengo un cliente. E irá para largo. Así que ya puedes ir buscándote la vida que no quiero ver tu pelo de golfa por casa.
- Puta- murmuró por lo bajo Samantha.
- ¿Has dicho algo? Más te vale que no, porque te recuerdo que gracias a mí y a mi trabajo, comes todos los días.
La chica subió a toda velocidad las escaleras y se encerró en su cuarto pegando un portazo.
- ¡Más te vale no haber roto nada, mocosa desagradecida!- chillaba Gwen- ¡Y más te vale haber ido a tu cuarto a por tus cosas! ¡Te quiero fuera de aquí antes de la cena!
Samantha estaba que ardía por dentro. Toda su vida había estado marcada por la profesión de su madre. No había podido tener nada, ya que a la más mínima la gente le había señalado con el dedo, recordándole a que se dedicaba la mujer que le había dado a luz.
Las llamas de la rabia le recorrían por todo el cuerpo, y pronto el resto del mundo lo sabría.
 Las horas pasaron muy deprisa y ya había caído la noche sobre Smallville. Linda ya se había vestido, peinado y maquillado para su salida nocturna con Lana y Pete. Se había puesto su mejor traje, un vestido negro con una minifalda del mismo color.
Sus amigos se reunieron con ella en la puerte del Planet Star, un local donde los jóvenes de Smallville salían a pasárselo bien los fines de semana.
- ¡Ey perri! ¡Estás matadora! Has venido muy potente, tía- dijo Lana a Linda.
- Gracias, Lana. A ti también te queda muy bien ese top azul combinado con esa falda roja- contestó ella.
- Vaya eso es todo un halago- sonrió Lana- sobre todo porque está ropa me la dejaste tú.
- Vaya, vaya. Qué bonito, vosotras dedicándoos piropos y a mí nadie me dice nada. ¡Con lo que me he arreglado!- comentó Pete.
- ¡Es que vas exactamente igual que esta mañana! Con esa camisa roja y esos pantalones vaqueros. La única diferencia es que te has puesto zapatos en lugar de zapatillas.- dijo Lana Lang.
- Pues eso, que me he arreglado. Mira que elegantes que me quedan estos zapatos- bromeó Pete.
- ¿Aún estoy a tiempo de volver a mi granja?- preguntaba Linda riéndose.
- No, cariño- le interrumpió Lana- Esta noche, nos coronamos. ¡Y recuperamos los pluses!
Samantha Winters se encontraba paseando por un bosque que había cerca de su casa. A lo lejos, había podido ver quien era el cliente de su madre. Se trataba de Lionel Luthor, el padre del joven triunfador de Smallville, Lex Luthor.
- Ya podría haberse llevado a su padre a Metropolis con él ese calveras de mierda de Lex Luthor- murmuró Samantha para sí misma, sabiendo que en caso de no ser Lionel, sería cualquier otro el que hubiese requerido los servicios de su madre.
Mientras la chica paseaba por el bosque, vio algo que brillaba dentro de un arbusto. Se trataba de una extraña piedra verde. A Samantha le llamó la atención y no dudó un instante en cogerla y observarla muy detenidamente. Tras contemplarla como si fuese la cosa más maravillosa del mundo, se guardo la piedra en el bolsillo y continuó andando sin un rumbo fijo.
Tras un rato de caminar, casi sin darse cuenta, Samantha llegó hasta el Planet Star.
Una vez dentro del pub, Pete se había quedado un rato sentado en la barra, charlando con su vecina y amiga Chloe Sullivan, una pizpireta rubia con una melenilla corta.
Mientras tanto, Linda y Lana se encontraban en la pista, bailando al son de Lady Gaga.
- Mira Lana, al fondo del pub está Kenny Braverman- dijó Linda- Fijate, no nos quita ojo. Mucho insultarnos (3), pero luego se fija en nosotras.
- Seguro que alguna vez ha tenido un sueño húmedo con alguna de las dos. O con las dos. ¡O peor aún, con las dos a la vez!
- Eres un poco cerda, ¿no?- se reía Linda.
- Relájate, perri, que parece que vayas para monja- dijo Lana.
- Aunque la mona se vista de seda, mona se queda- dijo Kenny Braverman, que se había acercado hasta donde estaban las chicas.
- ¿Qué quieres decir con eso?- preguntó Linda.
- Que estais para mojar pan- contestó Kenny- Venga, os perdono por el incidente del otro día.
- Muy amable, teniendo en cuenta que el que sé comportó como un capullo, fuiste tú- dijo irónicamente Lana.
- Bah, son cosas que pasan- comentó Kenny sin darle mucha importancia al asunto- Linda, ¿te apetece tomar algo conmigo?
- Lo siento, Kenny soy lesbiana- soltó la chica de sopetón.
Lana Lang puso una cara difícil de describir, con una mueca de asombro en sus ojos y con una mandíbula desencajada que le llegaba hasta el suelo.
- ¿En serio?- preguntó un sorprendido Braverman.
No, en serio no. Es que quería dejarte bien claro que no quiero nada contigo- respondió Linda pegando tal corte a Kenny Braverman que se fue con el rabo entre las piernas.
Mientras la cara de Lana Lang volvía a la normalidad, Pete se acerco al lugar donde se encontraba sus dos amigas, con un vaso pequeño en cada una de sus manos.
- Eh chicas, ¿os apetece un chupito de mistela?- les preguntó, ignorando lo que acababa de suceder con Kenny Braverman.
Kenny Braverman estaba que trinaba tras lo que acababa de pasarle con Linda Kent. ¿Quién se creía que era niñita de mamá que era para rechazar a alguien como él, quién se consideraba un regalo de Dios para las mujeres?
Samantha Winters se acercó a Kenny. Si bien había sido una solitaria, hasta una chica como ella necesitaba de compañía de vez en cuando.
- Ey, ¿qué tal Braverman?- saludó la chica con la mejor de sus intenciones.
- No lo sé. ¿Me vas a cobrar si te contestó?- fue la respuesta de Kenny.
Samantha se quedo sin saber que decir.
- Si, chica, no pongas esa cara. Todos sabemos a que se dedica tu madre. Lo que pasa es que en esté pueblo todos son muy cobardicas para decírtelo a la cara. Pero yo te lo voy a decir bien claro: tu madre es una puta. Y ya se sabe, de tal palo tal astilla- dijo Kenny Braverman, pagando con Samantha todas las frustraciones que sentía el chico por el rechazo de Linda.
La chica se quedo helada al escuchar las palabras de Kenny. Sabía que tarde o temprano iba a acabar pasando algo parecido y tan sólo era cuestión de tiempo que alguien le tirase en cara lo de su madre.
Samantha empezó a arder por dentro. Sentía que ya no podía más. No podía aguantar la presencia de ese indeseable que la había humillado, así que se puso a correr hacia afuera del pub, mientras Kenny Braverman se reía y jactaba de haber puesto en evidencia a la chica.
Mediante su superoido, Linda Kent se había enterado de todo lo que Kenny le había dicho a Samantha. Ahora estaba viendo como la chica salía a toda prisa del Planet Star.
Samantha Winters no le caía especialmente bien a Linda. Ella había intentado en ocasiones acercársele y ofrecerle su amistad, pero Samantha siempre la había rechazado. No obstante, el corazón de Linda le decía que no podía dejar sufriendo a nadie así, máxime habiéndose enterado de algo tan grave como lo de su madre.
Además, Linda recordaba que hacía años el por aquel entonces llamado “El Extraño”, antes de que supiese que su nombre era Abin Sur, la había consolado cuando más lo necesitaba, y ella no haría menos por nadie.
- Ahora vengo, he de hablar con Samantha Winters- se excusó Linda.
Lana y Pete se quedaron sorprendidos de que su amiga se marchase de esa forma del pub.
- ¿Seguro que lo de ser lesbiana era una broma? Lo digo por la forma en la que Linda ha salido corriendo detrás de esa pava- dijo Lana a un Pete que la miraba con ojos de no enterarse de nada.
Samantha se encontraba sentada en un banco enfrente del pub. Estaba ardiendo de rabia, se arrepentía de haber salido corriendo como una niñita pequeña. En lugar de eso, debería haberle hecho saber a ese gilipollas de Braverman lo que opinaba de él.
En esos momentos, Linda se acercó a ella. Sin mediar palabra, se sentó a su lado. Al hacerlo notó una molestia que le empezaba a resultar familiar: la que le causaban las “piedras verdes”. Sin embargo, era más importante asegurarse de que Samantha se encontraba bien.
- ¿Cómo estás?- le pregunto Linda.
- ¿Y a ti que te importa?- respondió bruscamente Samantha.
- Escucha Samantha, he oído lo que Kenny te decía…- empezó a decir Linda.
- ¿Y ahora vienes a restregármelo? No te metas en mi vida, rubita. Eso es sólo cosa mía.
- Lo que es tu madre no te tiene que definir a ti, tú puedes…- continuaba hablando Linda
- ¿Eres tonta o qué coño te pasa?- estalló Samantha- ¡Te estoy diciendo que no te metas en mi vida! ¡Esa cabrón de Braverman va a pagar por haberme humillado así de una forma u otra!
Entonces, de golpe y porrazo, pasó algo inesperado. Dos llamas de color verde brotaron de sus manos. Samantha puso una cara de total sorpresa.
Linda empezó a marearse. Ahora todo lo encajaba perfectamente. Samantha habría estado en contacto con la kryptonita, de ahí su malestar y el que ahora la chica pudiese emitir llamas a través de sus manos.
Samantha estaba alucinando. En apenas unos segundos, se había dado cuenta de que podía controlar las llamas verdes a voluntad.
- Esto es… ¡perfecto!- gritó Samantha con cara de felicidad- Ahora apártate, rubita, que voy a volver ahí dentro y tengo un pavo al que asar.
- Samantha, tienes que averiguar por qué te ha pasado esto y tienes que aprender a usar mejor esos dones. No puedes ir por ahí quemando gente- dijo Linda.
- Guapa, me he cansado de decirte que esto no es asunto tuyo. Esto cambia todo. Ahora la gente no volverá a juzgarme y a meterse en lo que no le importa- proclamó Samantha.
- Las cosas no son blancas o negras- le explicó Linda- Por muy mal que vayan las cosas…
- Me he cansado de tu parloteo. Ya que no te has callado, ya te callo yo. Y después será el turno de ese cabrón de Braverman. ¡Arde en el infierno, zorra!
Acto seguido, Samantha Winters lanzó a Linda una ráfaga de llamas. La jovencita, debido a los efectos de la piedra verde se encontraba mareada por lo que no pudo usar su supervelocidad para esquivarlo.
Linda Kent se encontraba ardiendo en llamas, mientras Samantha la contemplaba aterrorizada.
- ¿Qué es lo que he hecho? ¡Dios mío! ¡He quemado viva a una persona!- chillaba Samantha, afortunadamente la música del pub sonaba lo suficientemente fuerte para que nadie de dentro se enterase de nada.
- ¡Si tienes una piedra verde, lánzala lejos!- gritó Lina mientras estaba envuelta en llamas.
Samantha Winters se acordó de la piedra verde de su bolsillo. Rápidamente la agarro y, obedeciendo a Linda, la tiro lo más lejos que pudo.
- ¡No te muevas de aquí, vuelvo enseguida!- chilló.
Entonces, la chica de Krytpton utilizó su supervelocidad para marcharse corriendo a toda velocidad, mientras que Samantha se quedo boquiabierta.
Linda Kent se dirigió a la piscina de los Dodson, familia que vivía cerca del pub Planet Star. Allí la jovencita pudo darse un chapuzón nocturno, que sirvió para apagar las llamas que recorrían su cuerpo. Afortunadamente, la invulnerabilidad de la chica le había protegido de los efectos del fuego. El único daño sufrido había sido la ropa de Linda, que había quedado hecha unos trapos y casi completamente destrozada.
En apenas un instante, Linda ya estaba de vuelta con Samantha.
- ¡Dios Mio! ¿Qué es lo que ha pasado?- preguntó la chica- Mírate. Has salido corriendo tan rápido que parecías un borrón. ¡Y además no te ha afectado el fuego! ¡Oh Dios! ¡Lo siento tanto!
- Espero poder confiar en ti- dijo Linda.
La kryptoniana agarró a Samantha y se la llevó volando rápidamente a un prado cercano. Allí le contó la verdad acerca de sus orígenes.
- ¡Ostia!- chillo la chica- Me cago en la puta. Esto es demasiado. Y yo creía tener una vida complicada…
- De esto ni una sola palabra. He confiado mucho en ti al contarte todo esto- dijo Linda.
- Lo sé. Mira, siento tanto haberte quemado… Ahora me doy cuenta de que no puedo hacer daño a nadie. Sé que no existen palabras suficientes, pero quiero que sepas que lo siento- se disculpó Winters.
- Lo noté en tu cara, nada más hacerlo- confesó Linda- Mira, ahora sabes la verdad, de dónde vengo. Soy una alienígena. Y pese a mis orígenes extraterrestes, me sigo considerando humana. Contigo pasa lo mismo. No importa quien sea tu madre o a lo que se dedique. Lo verdaderamente importante es quién eres tú y lo que te define. Yo soy Linda Kent, no me importa provenir de otro planeta.
- Tienes toda la razón. Si mi madre es una golfa, eso no me tiene que acabar definiendo a mí. Ni siquiera sé quien es mi padre, pero quizás sea hora de que Samantha Winters deje de esconder la cabeza y de que sepan quien soy. Y no me refiero a ir quemando gente, sino a deslumbrarlos con mi flamante personalida- rió la chica.
- Buen juego de palabras- respondió Linda
- Y ahora, ¿qué voy a hacer con esto?- preguntó Samantha, mientras emitía una pequeña llama de color verde.
Linda se quedó sorprendida. Pensaba que al alejar a la chica de la piedra verde, sus efectos desaparecerían. Pero lo importante era, que habñia evistado una tragedia y que había salvado tanto a Kenny Braverman de ser abrasado, como a Samantha de hacer algo de lo que toda su vida se hubiese arrepentido siempre.
Abin Sur se encontraba en su nave espacial. Había conseguido repeler una un ataque de la facción blanca de los habitantes de Marte a la facción verde de los mismos.
El alienígena se encontraba contemplando una proyección verde de Linda Kent en su anillo. En ella se veía a la chica consolando a Samantha Winters. Puede que la jovencita tuviese muchos poderes, pero ahora no le cabía duda a Abin que uno de ellos era su inmensa bondad, puesto que hay batallas que se ganan sin pegar un puñetazo, tan sólo con un corazón como él de Linda.

Continuará...
Referencias:
(2): ver Elseworlds #16
(3): tuvieron sus mas y sus menos en un número anterior.









No hay comentarios :

Publicar un comentario